domingo, 31 de julio de 2011

La búsqueda del ser, desde lo infinito de la sombra hacia la luz, enjoyada ésta, por los animales de la melancolía, casi como la sensación del humo gris del último cigarrillo en el momento que, se suicida la noche ofrendándose al sol. Así, de esta forma, se constituye el clímax de “Las inmolaciones cotidianas”. Poesía con imágenes que más que descubrir realidades tangibles penetran en la penumbra del poeta. Es casi una fotografía super-real de su sangre. La alegría intrínseca de que habla Bachelard y que está más allá de la argumentación, lógica, porque no significa (el poema) sino que simplemente es, a la manera de lo que quería Tristán Tzara.
Gasperi define, y al definir, su filosofía está cubierta por el lenguaje, con un barroquismo funcional que crea una poesía de atmósferas. Un ambiente que va más allá del concepto cotidiano y se emparenta con lo absoluto: “Gota a gota la lluvia retiene su antifaz de cristal derramándose”.Sus reflexiones son inéditas, y su voz resulta extranjera, en medio de la soledad, pero llegando a lo que la poesía conceptúa su misión transformadora: “La soledad es un pájaro de ceniza que construye su palacio en el espejo”.
De esta manera se inmola, día a día, hasta que: “Las ausencias me dividen en un hombre que cae y otro que se levanta”.
El drama existe pero para él es superior el asombro, que acá se constituye en una manera de la superación.
Entonces él sigue el sentido de su estética, que lejos de olvidar al hombre, lo sitúa en el centro de la vida que parte del sueño, como una observación mágica de su contemplación.
La poesía aquí se constituye sobre todo en una recta interpretación del lenguaje por el instinto de la belleza, cuando ésta vuelve, como el resplandor de la verdad.Por eso y adscribiéndose a un modo de trabajar con el misterio creativo, Gasperi puede decir: “Viví lo inalcanzable”.
ATILIO JORGE CASTELPOGGI






Fragmentos del libro Las inmolaciones cotidianas. 

LAMPARA DE PENUMBRAS

Una antigua lámpara de piedra deja caer una luz de
ceniza.


El ritmo intacto de mi silencio
se hunde en la memoria herida de las palabras
y concluyen esa música de cristal que me envuelve en
la pasión
como un juego de sombras donde sòlo acontece
lo inexplicable.


El poeta es apenas un arlequín desterrado
que construye lo eterno
y comienza el olvido.





ESCAPARATE  MELANCOLICO    
 a Fernando Pessoa

Velado por un primitivo resplandor
recorro el murmullo agazapado de esta página desierta
que me desnuda de palabras cuando presiente el dolor de cada pérdida
y construye su morada inalcanzable.

Mi melancolía es una lágrima que dibuja su perfil en la oscuridad.
Es el desafío de un desfiladero sin retorno.
Es el aleteo de una mariposa invisible al instinto de la luz.

Entonces,  igual a un escalador inmóvil soñando en el vértigo de su propio abismo,
esta sed arrastra ilusiones que se inmolan
como una máscara enmohecida por el humo gris del rocío.

(A veces, se nace con el cansancio de las piedras que reposan en la fiebre tatuada)

Después  regreso a la noche,
y vuelvo a ser un pierrot desconsolado que desgarra su herencia en la madera
y se busca en la telaraña de un museo que en las ruinas esculpe su destino.

El pasado retiene el destello incansable de los recuerdos.
En su permanencia vaga el color avaro de todo lo que ya no se posee más.
Es el sortilegio estéril de la sangre perdurando en el silbato lejano de un tren que nunca vuelve.  



 CLAVES  DE  HUMO

El ciego resplandor del alcohol
cura las grietas que descienden sobre mis ojos.
Entonces olvido como un niño que huye derrotado y descubre el abismo secreto de otros recuerdos,
y bajo hacia la noche que se derrumba junto a una lámpara.



Gota a gota la lluvia retiene su antifaz de cristal derramándose.


Pero las ausencias me dividen en un hombre que cae y otro que se levanta.


La soledad es un pájaro de ceniza
que construye su palacio en el espejo.



TOTEM DE CENIZAS
Mi imagen se va inmolando
en la vejez que reúne el polvo vencido  de los años
a semejanza de un jinete solitario que marcha hacia lo
inexplicable
y ya no puede regresar
como una bestia acorralada en su último aliento.


Moriré interrogándome
porque esta ilusión me consume
y en mí despierta el cansancio.


Partir hacia uno mismo resulta apenas un exilio en el
recuerdo.


El tiempo es una máscara desgastada aferrándose a mi
rostro.




PIRA  BAUTISMAL

Mi niñez huyó en el vértigo de un dios desconocido
que me busca en sus ojos hasta perderme de vista.
Es una llama sin edad que se derrumba en el final de
otra historia
donde acaso el deseo llegue a ser esta inevitable
costumbre de morir.


El destino me va a sorprender
y así partiré hacia el olvido como un relámpago
cuando mi instinto se debata entre sus reliquias
y ya no recuerde quién soy.


Las horas  reúnen al miedo cuando un reloj cae.


Y yo apenas puedo ser la sirena de ese barco que avanza
extraviado por la niebla
y aún no se reconoce.


Arrastro su ausencia contemplando los recuerdos que nunca envejecen.





ENIGMAS DEL ORACULO

La muerte nos atrae como una sibila orientando la
música del mar.

Lanza sus jinetes contra sus dobles
cuando la grieta de la luna los separa.
Pero el secreto de su danza resulta un carruaje detenido
que arrastra su sangre para ocultar todo el silencio.

En  tanto los años desfilan igual que un acróbata
tendiendo puentes entre dos campanas.


Vivir es descifrar un sueño que hemos olvidado.






ARTIFICIOS DEL VACIO

El desafío inmóvil de la soledad
desnuda las heridas ocultas tras las grietas inconclusas
de un espejo.
Entonces deambulo a ciegas arrojando mi edad hacia el
final de un recuerdo.


Todo lo perdido sigue en mí igual a un estigma sobre la
frente del insomnio.


Pero el tiempo cae en la desolada perpetuidad de un
carillón,
y su música rota enmohece como una estrella perdida en
el sueño.


Es un maniquí melancólico que agoniza prisionero en su
gesto de eterno cansancio.



LITURGIA DESGASTADA

Compruebo que vivir es entregar todo el agotamiento,
y que sólo soy un hombre que construye su propio
espejismo.


Ya nada ambiciono
porque mi voz resulta una ausencia huyendo de sí misma.
Es la mueca consumida que da rigidez a las arrugas de
mi rostro.


Así fundo la antigüedad de este enigma,
y apenas responden los ecos.



Me convertiré en un desconocido que a tientas se busca
en la bruma de una pesadilla.


Acaso la muerte no sea más que un estoque de polvo.




TRAMPA INEDITA

Busco los espejismos que todo lo recuerdan.
La ilusión de vivir consume mi sed.
Porque tal vez esta vida sólo sea una fascinación que nos deja el vértigo
como un tatuaje incandescente reteniendo el impulso del
suicida.


Mi rencor se alimenta del grito de un hombre que se extravío
y ya no podrá recuperarse jamás.

la oscuridad regresa a su luz en el momento que una
lámpara se enciende.

Lo desconocido tiene el rostro de lo que nunca muere.




URDIMBRE DE TELARAÑAS


Penumbra de una herida abierta,
mi memoria entrecruza sus raíces en la desolación del destino.
Su sed está poblada de esas cartas que nunca agotan su antiguo dolor
porque están hechas de los deseos perdidos en su dimensión de tiniebla
donde ciegas hilanderas tejen como luciérnagas exhaustas
 la trama inédita de los sueños.
Ebria de eternidad, se exhibe en el itinerario trágico del diluvio
igual a una esfinge de polvo impuro desgarrada por las
alimañas del tiempo.


El pasado se aproxima en un carrusel de niebla que me
conduce al martirio secretos de los recuerdos.


Mi rostro es un fetiche solitario esculpido por los
golpes súbitos del viento.



ESFINGE VEDADA

El eco gris de esta hoja vencida a tientas avanza en la niebla.
En su puerto de fantasmas sólo descienden sombras.


Asì estoy prisionero en esa emigración de ceniza
que recubre este cuerpo saqueado por el pánico de lo que
no regresa más.



El olvido, su resplandor inerte permanece cautivo en la
memoria,
y sólo llega a ser ese álbum vedado de nostalgias
que a la manera de un tatuaje imborrable va
acentuando
el melancólico exilio de todo lo que perdemos.


Más tarde, un rostro crece desde su soledad
como un antiguo maquillaje de polvo atrapado en  la
telaraña de plata de un espejo.
Es la máscara inmolada de mi infancia.




VELOCIDAD DEL SILENCIO


Un reloj persigue los recuerdos ocultos en una grieta
donde los girasoles son el linaje secreto de la luz
y sólo aguardan rostros en una reja de escombros que
nos impide salir.



Este grito recurre a las páginas vacías
y araña el temblor de las cosas que desaparecen
porque es un lábaro de niebla enfrentando la soledad.


Ahora abandono el dolor que conquisté en el momento de llegar,
y los sueños de alquimia que me abordaron igual a un
botín espurio de la juventud.


En mí está el silencio
como una plegaria piadosa cubriendo el final.










VIDRIERA VACIA

Porque naufragué en un reloj abandonado por sus horas,
envejezco como una hoja que se vacía en el otoño
y caen mis recuerdos.


Sin embargo
el enigma reemplaza esta piel
y no es la estela de fuego que talló el salto del suicida
sino la huella de la niebla que conduce al mismo hombre
detenido en su andar.


Aquí nunca hubo nadie.
apenas el polvo de un rayo de luz
y un perfil que agota su historia.


Sólo se arrastran los fantasmas.





CARRUSEL DE SOMBRAS



Hechicera sentenciada a descifrar el esplendor inerte

de antiguas fiebres,

la poesía resulta un sortilegio que emana de la melancolía

como un galeón errante poblado de nostalgias y de

miseria



La eternidad balancea su proa hacia las cenizas.
Es una danza indescifrable impulsada apenas  por la
persistencia del olvido
ese refugio arrumbado que construye la lujuria ardiente
de lo inalcanzable.


Su fulgor exhausto arrastra el pulso insomne de las
cosas destinadas a morir.




ESTIRPE DE UNA ROSA
 
 
a María Ester

Tu cuerpo es una antigua canción de nácar bordada
en el límite errante de cada  sueño.
Es un hijo que quiere nacer reflejando nuestros abrazos
en el fondo marino de tus ojos.
Es el sendero invisible que recorro a ciegas  cuando una
estrella fugaz se adormece a tu lado.
Es donde los barcos de la noche crecen
y la luna danza como un faro contemplando el infinito.
Es donde el universo  alberga a su dios
y el sol se refleja igual a un espejismo poseyendo los
inagotables  gestos de un secreto.
Aunque tal vez, sólo sea un juego fantasmal donde mis
palabras reconocen su lucidez
cuando la armonía estéril regresa tatuando de fuego toda
la música.

Así evoco esta sed,
como un bufón sumiso que  recuerda su limosna
y huye en el gesto absurdo de un sonámbulo.

Hay una mujer de entrañas en impaciente espera,
y son tus manos acariciándome.

EL OTRO ADIOS


Como un mascarón de proa
voy a sembrarme de dudas
a semejanza de una estrella que nunca fue encendida.


Así seré inmortal
y  ya no podré recuperar jamás los sueños que se alejan
convertidos en el polen que cubre la piel invisible de una
mariposa.

Viví lo inalcanzable.

Apenas recuerdo el color de mis ojos.